Tropiezas con la realidad, corres a por tu sueños.

miércoles, 13 de julio de 2011

Nite.

Entra a un piso de lo más confortable en el centro de Madrid. Las luces apagadas, las ventanas abiertas y las cortinas ondean suavemente debido a una brisa nocturna. Noche de luna llena, la cual se refleja en un vaso con whisky doble que hay sobre la mesa, su bebida favorita. Matilde esa noche se ha olvidado de dejarle el cenicero al lado, y sabe lo mucho que le gusta poder fumarse un cigarrillo después de una fiesta. Últimamente se le van olvidando la cosas, o parece que lo hace por fastidiarla. Aunque ella no entiende muy bien por qué, si el mes pasado cuando pidió el aumento se lo dió sin rechistar. Bueno, ahora no tiene ganas de enfadarse, es demasiado tarde y su última copa la espera en la mesa. Deja las llaves sobre la mesa del vestidor y el bolso lo cuelga en una percha. Utiliza solo una mano para retirarse los zapatos de tacón y con la otra se apoya en la pared. Demasiadas vueltas le da todo, se empieza a marear. Ese vestido rojo,no se lo debría haber comprado. La dependienta insistió en que el negro le quedaba mejor. Lo que la muchacha no le quería decir es que el rojo le hacía una figura de lo más ridícula, ellas con tal de vender ponen la sonrisa más falsa. Con un atisbo de delicadeza se baja la cremallera lateral.No lo sabe, pero está sublime. Se deja el vestido por la cintura , con los pechos al descubierto. Qué agradable es la brisa de las últimas horas de la noche piensa mientras el alcohol baja lentamente por su garganta. Es tan placentera esta soledad, soledad compuesta por mi copa, mi cigarro yo, y por qué no, Matilde. Sin darse ni cuenta se ha quedado dormida en el sofá, ya es la quinta vez en este mes que le pasa.

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