Tropiezas con la realidad, corres a por tu sueños.

martes, 28 de diciembre de 2010

Pasa eso, que un día te levantas con el pie izquierdo. Y a partir de ahí todo sale mal. Madrugas, te metes a la ducha y resulta que el agua está fría; desayunas, y resulta que la leche se te cae encima; empiezas un curso, y resulta que llegas tarde; te sientas en la silla, y resulta que vas a estar ahí nueve horas más; sales de clase, y resulta que uno de tus seres más queridos está mal; y por último, hablas con la persona de la que estás enamorada y resulta que te dice que todo se acabó.

Es uno de esos días en los que las lágrimas acarician tus mejillas por la desesperación, en los que te encantaría desaparecer, ser invisible, perder la noción del tiempo y el espacio. Uno de esos días en los que nada tiene su sentido, en los que te encantaría fundirte un paquete de tabaco aunque se supone que lo has dejado, uno de esos días en los que no te sientes tú. Uno de esos días en los que te ausentas del mundo y no te percatas de absolutamente nada.

Parece que el cielo te mira desde arriba y te señala con el dedo.

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