GIN.

¿Con qué colores pinto la felicidad? No sirve de nada tener todos aquellos colores, todos los pinceles por estrenar, esas nuevas acuarelas. Cada color reposa sobre la mesa, uno junto a otro. Sin embargo, el papel sigue en blanco con el fino trazo de un lápiz. Las manos inmóviles gritan, ¿cómo empiezo a pintar mi vida? Hasta ahora me habían movido las manos, me habían dicho que las flores son amarillas, que el cielo es azul, que el mar es grande y los pájaros tienen picos. Pero dime, dijo aquella pobre solitaria, dime cómo se pinta el amor, cómo se dibuja una sonrisa, cómo trazo las líneas de su labios. Un beso amargo, un beso con carmín. Se quedó marcada su boca, tuvieron dueño sus lágrimas y razón se entrometió con los problemas del corazón. Con el estómago hecho una pelota de ping-pong, decide abrir la botella de ginebra. Ella bebe solo ginebra, el papel se empieza a rellenar. El blanco se transforma en color, en trazos, en formas. Y en un segundo, se hace visible la figura de una mujer de pelo negro bebiendo de la botella de ginebra y llorando por qué no sabe el color de la alegría.