No sé cómo va esto. Me levanto cada mañana con una ilusión fruto de mi esperanza. Mi corazón me dice que la mantenga para poder seguir confiando, pero mi subconsciente le contradice alegando que eso tan solo es ser una inocente.
Quisiera decirte que eres el único, es más, te lo solté la última vez que nos vimos. Seguramente no te dieses ni cuenta. Y me encantaría poder decírtelo otra vez, y otra, y otra, y otra más. No me cansaría jamás de decirte que para mi eres el único, que para mi eres ÉL. Ha sido algo inesperado, soy dueña de mi misma pero no controlo mis sentimientos. Me has hecho algo que no me había pasado nunca, digamos que estoy bastante jodida. Me levanto, y pienso en ti. Pasan las horas, contigo en mi cabeza. Llega la hora de rendirme al cansancio y soñar, pero aquí sigues. No hay nada que me haga olvidar tu olor, tu voz, tu manera de moverte, de tratarme. No sé cómo hemos llegado a esto. Trato de solucionarlo pero hay algo que me impide decirte las cosas claras, TÚ. No sé como lo consigues, pero me haces ser tu incondicional hasta posicionarme solo a tu lado.
Mi alma no va a descansar hasta que consiga una respuesta clara de ti. Y yo la voy a dejar, la voy a dejar que actúe, porque en cuanto a lo que a ti respecta, es incansable.
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